Artículo | 15 Mayo, 2024

Acción climática local frente al fenómeno del Niño en Centroamérica: familia maya K’iche’ lidera la adaptación basada en ecosistemas en el altiplano guatemalteco

Inmersa entre cordilleras y una cadena de volcanes, se ubica una de las zonas más vulnerables de América: el altiplano de Guatemala, corazón de la cultura maya, y una de las regiones más densamente pobladas, empobrecidas y vulnerables a los efectos adversos del cambio climático de este país centroamericano. Su población, mayoritariamente indígena, lucha contra la pobreza (83,5%), la pobreza extrema (33,2%), y la incertidumbre sobre sus rendimientos agrícolas, afectados por fenómenos como la sequía y las heladas.

Ciudad de Guatemala, Guatemala, 13 de mayo, 2024 (UICN). En la aldea de Xecajá, sentado bajo la sombra de un pino triste (Pinus pseudostrobus), don Pedro Osorio Pú, ahora de 57 años, recuerda que hace 50, la vida le trazó su porvenir como agricultor, tras la muerte de su padre, cuando aún era un niño.

Desde entonces, bajo la guía y conocimiento de su madre, dice dedicarse a la agricultura, en principio, de maíz y frijol. Mirando al horizonte, don Pedro recuerda un paisaje muy diferente, con un bosque tupido y agua en abundancia. Hoy, relata, muchos de sus coterráneos del pueblo maya K'iche' han optado por vender sus terrenos y migrar, ante las duras condiciones que enfrentan para cosechar sus tierras.

Altiplano de Guatemala En el altiplano de Guatemala, los pequeños agricultores, que dependen de cultivos como el maíz, frijol o café, tanto para su seguridad alimentaria como para la generación de ingresos, con frecuencia cultivan en las pendientes de los cerros, en suelos pobres o áreas susceptibles a inundación o a escasez de agua, y sufren los cambios en las condiciones climáticas, como el incremento de la intensidad de la lluvia, las heladas, la temperatura y la sequía, lo que impacta la productividad de sus cosechas. Photo: @Evelyn Vargas/UICN

 

Dadas las condiciones geológicas, topográficas y de suelo, las comunidades del altiplano guatemalteco dependen del estado de sus ecosistemas, altamente afectados por la deforestación y degradación de los bosques, que causan erosión, reducción de la infiltración e incremento del riesgo de inundación y deslizamientos de tierra, lo que, aunado a la pérdida y contaminación de suelos y agua, ha aumentado su vulnerabilidad.

Por su parte, las condiciones climáticas actuales imponen mayores retos a la región. Entre noviembre de 2023 y enero de 2024, el fenómeno El Niño alcanzó su punto máximo y para el segundo semestre de este año, de acuerdo con el boletín agroclimático 01-2024, los pronósticos indican hasta un 60% de probabilidad de transitar hacia La Niña.

Esto se traduce en condiciones difíciles para los productores del altiplano, dado que el fenómeno de El Niño representa un déficit de lluvia con un aumento de temperatura, que afecta sus cosechas, mientras que La Niña trae un exceso de lluvia con posibilidad de inundaciones.

Ante esta situación, los productores locales requieren incorporar prácticas de agricultura inteligente, que les permitan hacer frente a las cambiantes condiciones del clima en la región.

En este contexto, don Pedro, doña Santa Soc Osorio y su familia, conformada por cinco hijas, cinco hijos, dos nietas y una nuera, le dijeron sí a la innovación, adoptando medidas de Adaptación basadas en Ecosistemas (AbE), como parte de la implementación del proyecto Altiplano Resiliente. 

Don Pedro Osorio 1 Actualmente, don Pedro y doña Santa viven con cuatro de sus hijas, una nuera y dos nietas. Tanto Santa como las hijas mayores de edad tienen un rol activo en diferentes etapas del proceso como la preparación de alimentos para las faenas, selección de semillas y venta de las cosechas. Photo: @Evelyn Vargas/UICN

 

Desde 2020, el proyecto Altiplano Resiliente implementa acciones para reducir el impacto del cambio climático en el ciclo hidrológico de las cuencas del altiplano guatemalteco, para aumentar la resiliencia del ecosistema y las poblaciones locales.

Reconocido como un productor anuente a probar nuevos métodos de agricultura, don Pedro narra que antes de este proyecto, él no tenía conocimiento sobre cómo captar el agua, y que al escuchar la idea de establecer un reservorio para el ciclo de cultivos decidió probarlo en su terreno, a pesar de que la mayoría de los 20 agricultores invitados, por temor al cambio, prefirió no hacerlo.

Parcela demonstrativa Con el sistema de línea clave, se identifican los sitios por donde fluye el agua, para movilizarla a lo largo de la parcela y depositarla en reservorios cercados, como medida de seguridad, para evitar accidentes acuáticos, ya sea humanos o de animales domésticos. Así, el agua se mantiene por más tiempo en las parcelas y está disponible en la época seca. Photo: @UICN

 

Con esa apertura, don Pedro accedió a que se valorara su parcela no solo desde el punto de vista agrícola, si no como parte de un ecosistema, permitiendo la incorporación de abono orgánico, acciones de manejo de agua y suelo, como las terrazas de banco y las acequias de infiltración, el sistema agroforestal y los métodos de captación de agua de lluvia.

Las prácticas de conservación de agua, como la captación de agua, las acequias y los sistemas agroforestales, contribuyen a captar humedad y utilizarla durante la época seca. Mientras que las prácticas de conservación de suelo, como las terrazas de banco, surcos en contorno y la reincorporación de materia orgánica, mejoran la infiltración del agua y reducen la erosión durante los períodos de exceso de lluvia.

De esta forma, en esta parcela de 1.67 hectáreas se manejan hasta siete especies forestales como pino (Pinus sp), ciprés (Cupresus lusitanica Miller), encino (Quercus brachistachis) y madrón (Arbutus xalapensis), entre otras; nueve frutales, cinco hortalizas y cucúrbitas, con los granos tradicionales: maíz y frijol. En este terreno, la familia también maneja vacas, ovejas, gallinas, gansos, cerdos y pavos, a pequeña escala, produciendo abonos que se incorporan a los cultivos y mejoran las condiciones del suelo.

Don Pedro Osorio 2 Las parcelas demostrativas para la adaptación al cambio climático, como la de la familia Osorio Soc, combinan acciones de manejo de suelo y agua, como la cosecha de lluvia, el control de la erosión, la producción de materia orgánica y la restauración del ecosistema, considerando las condiciones microclimáticas del área. Photo: @Evelyn Vargas/UICN

 

El sistema de línea clave o keyline, impulsado por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), a través del proyecto Altiplano Resiliente, y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), cuenta con el apoyo del Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), mediante el cual se establecieron ocho parcelas demostrativas en cinco microcuencas del altiplano guatemalteco: Joj, Tzunamá, Chipacá, Samalá y La Unión, de las cuencas de los ríos Chixoy, Motagua y Samalá, entre ellas la de la familia Osorio Soc.

El sistema keyline, presentado en el Foro Regional de la Conservación de la UICN México 2024, es considerado una buena práctica de agricultura inteligente adecuada para la región Mesoamericana, que aumenta la capacidad de las parcelas para afrontar eventos climáticos extremos.

Para Floridalma Osorio Soc, una de las hijas de don Pedro y doña Santa, estas medidas han mejorado la dieta cotidiana y los ingresos económicos de la familia: “ha cambiado bastante porque ya tenemos fruta, verdura. Con el reservorio de agua ya vamos a cosechar el tomate, más frijol, más fruta y verdura. Y más para vender, durazno, manzana, pera y aguacate”. Según estimaciones de don Pedro, la mejoría es de un 60%.

Don Pedro Osorio 3 Esta finca aún conservaba un parche de bosque con especies de pino, ciprés, encino y madrón, características de esta zona de vida, que fue incorporado en el sistema de línea clave como un área de captación para el reservorio de agua. Este modelo forma parte del Plan de Manejo elaborado por el proyecto Altiplano Resiliente para la microcuenca Joj. Photo: @Evelyn Vargas/UICN

 

En el pasado don Pedro fue beneficiario de programas de incentivos forestales, desde entonces se convirtió en promotor de la Agencia de Extensión Rural de Santa María Chiquimula y es reconocido como impulsor de pruebas experimentales. Actualmente, tiene un acuerdo con el programa MAGA Frutas para probar el cultivo de arándano, siendo un referente para otros pequeños productores del altiplano de Guatemala.

A raíz de esta experiencia, el MAGA empezó a organizarse en comisiones de trabajo donde participan unidades de frutas y unidades de cuencas, para identificar más áreas, con el objetivo de replicar este sistema.

Parcela demostrativa de la familia maya K'iche' Osorio Soc. Vista externa de la parcela demostrativa de la familia maya K'iche' Osorio Soc. Photo: @Evelyn Vargas/UICN

 

El proyecto Altiplano Resiliente es implementado por el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN), el MAGA, el Instituto Nacional de Bosques (INAB), y el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH).

Además de la UICN, Altiplano Resiliente cuenta con la colaboración de la Fundación para la Conservación de los Recursos Naturales y Ambiente en Guatemala (FCG) y la Universidad Rafael Landívar (URL), gracias a fondos provenientes del GCF (Green Climate Fund) y la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA).