Zoonosis y áreas protegidas bajo el enfoque Una Salud
¿Estamos preparados para una nueva pandemia? Para hacer frente a las enfermedades zoonóticas se propone el enfoque de “Una Salud” que tiene como objetivo equilibrar y optimizar de manera sostenible la salud de las personas, los animales y los ecosistemas. En el siguiente artículo se explicará más sobre este planteamiento dentro de la gestión de las áreas protegidas.
Según un estudio publicado en Nature, el 60% de las enfermedades infecciosas humanas emergentes provienen de animales (Jones, j. et al, 2008). La Organización Mundial de la Salud define a este fenómeno como zoonosis. Los patógenos zoonóticos pueden ser bacterias, virus, parásitos o agentes no convencionales que se propagan a los humanos por contacto directo o a través de los alimentos, el agua y el medio ambiente (WHO, 2022).
Fuente: Universidad Rey Juan Carlos, 2022
La manifestación de la enfermedad es frecuentemente compleja, debido a que puede estar relacionada a factores ambientales como la disponibilidad de alimentos, exposición a toxinas, cambio climático, agentes infecciosos, defectos inherentes o congénitos, o una combinación de todos (Wobeser 1997 en Jacob-Hoff, et al, 2014).
Un ejemplo de la complejidad en la manifestación de una enfermedad zoonótica se evidencia con la presencia del COVID-19, provocado por el virus SARS-CoV2, cuyo origen ha sido atribuido a los quirópteros (murciélagos) del continente asiático. Tal como se menciona en la definición, este virus de origen animal fue propagado a los humanos en todo el mundo generando una pandemia.
No obstante, en febrero de 2020, se notificó el primer caso del virus COVID-19 en un perro. Lo más probable es que el perro contrajo el virus por contacto cercano con un dueño infectado, lo que significa que el virus se habría transmitido de un humano a un animal, fenómeno que se conoce como “zoonosis inversa”. Esta situación, repetida con varias especies (domésticas y silvestres) alrededor del mundo, está reconsiderando las interacciones animal-humano, y, sobre todo, ha puesto en alerta a toda la comunidad científica que trabaja y aporta en la conservación de la biodiversidad (WOAH, 2022).
Se ha documentado que el COVID-19 afectó a 23 especies animales diferentes, poniendo en riesgo la sanidad animal y la salud humana, la conservación de la vida silvestre y la biodiversidad (OMS, 2022). |
Es precisamente en esa biodiversidad en donde se localiza una gran variedad de microorganismos que son cruciales para mantener el equilibrio ecológico de los ecosistemas, al proporcionar un valor significativo para la salud y el bienestar humano, así como el silvestre.
La presencia de microorganismos en entornos naturales, en general, es beneficiosa y no presenta riesgos en la propagación de patógenos. Es allí en donde se genera la relación con las áreas protegidas y conservadas, ya que ellas son fundamentales para los esfuerzos de conservación a nivel nacional y mundial. Aunque no ha sido reconocido plenamente, el papel de estos sitios es potencialmente significativo en la prevención, detección, respuesta y recuperación de pandemias y epidemias.
La biodiversidad de microorganismos que albergan las áreas protegidas y conservadas -en sí misma- no presenta un riesgo inherente de propagación de patógenos, sin embargo, los cambios humanos en los ecosistemas y los comportamientos humanos son responsables de crear las condiciones asociadas con el riesgo de enfermedades zoonóticas, condiciones que también ponen en riesgo la salud de los animales silvestres.
Por ejemplo, hoy la actividad humana ha alterado casi 75% de la superficie terrestre, disminuyendo de manera dramática la superficie de ecosistemas estratégicos para la conservación de la biodiversidad. La deforestación, el tráfico ilegal de especies y la producción intensiva de alimentos son algunos de los factores asociados con el cambio de uso de suelo, provocando un aumento de las enfermedades zoonóticas (UN, 2022).
A esta situación, se suma el hecho de que no se ha integrado el análisis de los riesgos e impactos en la salud en las diversas herramientas de planificación para la conservación, haciendo que las estrategias actuales sean limitadas a la gran amenaza latente. Los planes de manejo o planes maestros para la gestión de áreas protegidas y conservadas no incluyen diagnósticos o estrategias de gestión de riesgos a la salud; estos temas son considerados por fuera de la planificación de la conservación, invisibilizando las potenciales amenazas existentes dentro y alrededor de estas áreas.
“Una Salud”, un enfoque integrador
En este marco, la disponibilidad de recursos naturales se ha tornado crítica, por lo que se ha creado la necesidad de adoptar un enfoque interdisciplinario y multisectorial en el manejo de la salud de los seres humanos, los animales y los ecosistemas. A nivel internacional se ha coincidido en denominar “Una Salud” (“One Health” en inglés) a esta nueva manera de enfrentar los desafíos que plantea en la actualidad la promoción de la salud a nivel global, desde una perspectiva sistémica y multidisciplinaria (Zunino, 2018).
“Una Salud” es un enfoque unificador e integrador que tiene como objetivo equilibrar y optimizar de manera sostenible la salud de las personas, los animales y los ecosistemas. Reconoce que la salud de los seres humanos, los animales domésticos y silvestres, las plantas y el entorno más amplio (incluídos los ecosistemas) están estrechamente vinculados y son interdependientes. Este enfoque promueve la movilización de múltiples sectores y disciplinas, en diferentes niveles y escalas de la sociedad, para que juntos, puedan abordar las amenazas a la salud y a los ecosistemas (One Health High-Level Expert Panel, 2021).
En Sudamérica, los países han trabajado por años en mecanismos de prevención de enfermedades zoonóticas a través de los sistemas nacionales de salud pública y los servicios veterinarios en cada país. Su atención está enfocada principalmente en aquellas reconocidas como prioritarias o que epidemiológicamente requieren mayor atención como: la rabia, influenza aviar, leptospirosis, brucelosis, fiebre del Nilo occidental, hidatidosis, tuberculosis, entre otras.
Aunque existen estudios y experiencias de proyectos o programas a nivel de la región que se encuentran ejecutando una vigilancia integral basada en el animal silvestre, el enfoque sigue siendo antropocentrista, es decir, desde una perspectiva de riesgos hacia los humanos, o basado en la inocuidad de los alimentos en la producción animal.
La oficina regional de la UICN para América del Sur , por medio del proyecto Soluciones de Áreas Protegidas para la biodiversidad y el cambio climático y, como una contribución al fortalecimiento de la Lista Verde de la UICN, está documentando estudios de caso que recogen buenas prácticas en la gestión del riesgo de zoonosis:
- En Bolivia, se mantiene un programa de monitoreo de virus zoonóticos en animales silvestres para prevenir brotes de enfermedades (fiebre amarilla), a través de WCS y el Gobierno del departamento de la Paz;
- En Ecuador, se están desarrollando investigaciones de parásitos y enfermedades de aves en el Parque Nacional Galápagos y en las zonas pobladas y de producción agropecuaria (bruselosis, clamidiosis);
- En Chile se cuenta con programas de control de espacios públicos de ratón cola larga (Oligoryzomis longicaudatus), para la prevención de contagios de humanos por virus Hanta.
Con el afán de aportar de una manera eficiente a nivel global, la UICN también trabaja en la elaboración de dos guías, la primera enfocada en la prevención, detección, respuesta y recuperación de riesgos de enfermedades en Áreas Protegidas y Conservadas; y la segunda, de manera complementaria, una guía de buenas prácticas “Una Salud para turismo en áreas protegidas y conservadas y sus áreas de influencia”.
De igual manera, la Lista Verde de la UICN está estudiando la posibilidad de incluir como parte de su Estándar, indicadores relacionados a la gestión de riesgos a enfermedades zoonóticas en áreas protegidas y conservadas, bajo el enfoque Una Salud.
Sin duda, el enfoque de “Una Salud” abre una nueva perspectiva para mejorar los resultados en la promoción de la salud pública, así como sus nuevos desafíos. Las profesiones relacionadas deberán replantearse sus paradigmas con respecto a sus roles en la vida profesional, las entidades estatales como los ministerios deberán aprender a trabajar de manera conjunta e interdisciplinaria y los organismos multinacionales deberán trabajar en una gestión integral de la salud de amplio alcance.
Referencias bibliográficas:
Jacob-Hoff, R., MacDiarmid, S., Lees, C., Miller, P., Travis, D., Kock, R. 2014. Manual of Procedures for Wildlife Disease Risk Analysis. Edited and printed by the World Organisation for Animal Health. ISBN: 978-92-9044-957-7
Jones, K.E., Patel, N.G., Levy, M.A., Storeygard, A., Balk, D., Gittleman, A.L., and Daszak, P. 2008. Global trends in emerging infectious diseases. Nature 451, 991-993. Available at: https://www.nature.com/articles/nature06536. https://www.nature.com/articles/nature06536
One Health High-Level Expert Panel, 2021. https://cdn.who.int/media/docs/default-source/one-health/ohhlep/ohhlep-annual-report-2021.pdf?sfvrsn=f2d61e40_10&download=true
UN, 2022 https://news.un.org/es/story/2020/04/1472482
Universidad Rey Juan Carlos, 2022 https://catedraanimalesysociedad.org/perdidabiodiversidadyzoonosis/
WHO, 2022 https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/zoonoses
Zunino, P. 2018. Historia y perspectivas del enfoque “Una Salud”. Veterinaria (Montevideo), 54(210), 46-51. Recuperado en 20 de octubre de 2022, de http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-48092018000200046&lng=es&tlng=es.
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