Economía (eco)feminista y financiación de la biodiversidad: Una reflexión crítica

Amelia Arreguín Prado ofrece un análisis crítico de la financiación de la biodiversidad desde una perspectiva ecofeminista, destacando las deficiencias de las actuales estrategias de conservación basadas en el mercado.

Arreguín señala cómo mecanismos como los pagos por servicios ecosistémicos (PSE), las compensaciones por biodiversidad y los bonos verdes convierten la naturaleza en una mercancía, transformando los ecosistemas en activos comercializables dentro de los mercados financieros globales. Esta mercantilización, argumenta, perpetúa dinámicas capitalistas explotadoras que históricamente han impulsado la degradación ecológica y han agravado las desigualdades de género y sociales. Arreguín crítica estos modelos por su tendencia a ignorar los contextos sociopolíticos, marginando a menudo a los pueblos indígenas, las comunidades locales y, en particular, a las mujeres, que tradicionalmente tienen un papel fundamental en el cuidado ecológico pero siguen siendo excluidas de la toma de decisiones y de los beneficios. 

A partir de la economía ecológica feminista, Arreguín aboga por replantear la financiación de la biodiversidad, priorizando los valores ecológicos relacionales e intrínsecos por encima de los puramente económicos. Enfatiza la importancia crítica de las economías del cuidado, la gobernanza basada en los bienes comunes y los mecanismos de financiamiento directo que respalden a las comunidades locales e indígenas, especialmente a las mujeres, como actoras clave en la protección de la biodiversidad.

Arreguín sostiene que una financiación de la conservación auténtica debe reconocer y corregir las inequidades sistémicas incrustadas en los modelos financieros actuales, promoviendo en su lugar un enfoque basado en la solidaridad que dé protagonismo a las iniciativas lideradas por las comunidades. 

Al integrar perspectivas ecológicas feministas, Arreguín subraya la necesidad de redefinir las estrategias financieras para desmantelar los marcos patriarcales y capitalistas que tratan a la naturaleza como una mercancía externa. Además, plantea que una financiación de la biodiversidad eficaz debe incluir un análisis sólido de las desigualdades interseccionales y de los factores estructurales que impulsan la pérdida de biodiversidad, proponiendo en su lugar un enfoque holístico que aborde simultáneamente las injusticias ambientales, sociales y económicas.
Las críticas y propuestas de Arreguín señalan caminos para transformar la financiación de la biodiversidad hacia la equidad, la justicia y la sostenibilidad, abogando por estrategias de inversión centradas en el bienestar tanto de los ecosistemas como de las comunidades humanas.

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