Cumbre Amazónica: un paso necesario, pero necesitamos correr.
La Cumbre Amazónica trae la reactivación del único organismo de coordinación de los países amazónicos, así como avanza en reconocer metas comunes fundamentales, pero necesitamos más ambición y aprovechar las estructuras existentes para lograr la conservación socioambiental de la Amazonía.
La Cumbre Amazónica celebrada a inicios de agosto de 2023 en Belém do Pará fue apenas el cuarto encuentro de los jefes de estado de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), en sus 45 años de historia. La reactivación y las metas de fortalecer este “único organismo de coordinación intergubernamental de los ocho países amazónicos para el desarrollo de proyectos de manera conjunta” (Declaración de los Presidentes) fue asumido con enorme interés y expectativas por parte de los pueblos indígenas, comunidades locales y la sociedad civil en general, desde el anuncio de este encuentro. La Reunión Técnico-Científica de la Amazonía celebrada en Leticia fue también un importante precursor de la Cumbre, pues en ella hubo un valioso intercambio entre diversos sectores con ministros de todos los países amazónicos.
Ante la debilidad histórica de la OTCA, la Declaración de los Presidentes emitida en Belém difícilmente podría lograr compromisos con el nivel de ambición que muchos sectores quisiéramos, dada la urgencia en la Amazonía. De todas formas, hubo avances clave que es importante resaltar:
- Se asume el propósito común y la urgencia de evitar el punto de no retorno. La Resolución 129 del Congreso de Marsella de UICN indica que para evitar el punto de no retorno es necesario “proteger, conservar y manejar de manera sostenible al menos el 80% de la Amazonía para el 2025”. La Declaración de los Presidentes no plantea ninguna meta concreta en cuanto a esto.
- Se destaca la centralidad y se asume como principio el respeto y la promoción de los derechos de los pueblos indígenas y comunidades locales y tradicionales, así como se acuerda establecer el Mecanismo Amazónico de los Pueblos Indígenas para fortalecer el diálogo, al igual que se acuerda que las reuniones presidenciales contemplen encuentros preparatorios con diversos sectores, incluyendo los pueblos indígenas y comunidades locales y tradicionales. Esto fue también un llamado en la Resolución 036 del Congreso de Marsella de UICN, que “pide a los gobiernos estatales que reconozcan la función crucial de los territorios indígenas para la conservación de la Amazonía y los derechos de los pueblos indígenas”. Sin embargo, la Declaración de los Presidentes no establece una estructura formal para la participación vinculante de los pueblos indígenas, comunidades locales y sociedad civil en general en las decisiones de la OTCA. Por otra parte, se podrían aprovechar y fortalecer o al menos articular con estructuras existentes, propias y legítimas, como la COICA y sus organizaciones de base, para evitar duplicar esfuerzos o imponer nuevas figuras.
- Se habla de garantizar el derecho a los territorios indígenas, incluyendo por medio de los procesos de demarcación, y titulación, como condición indispensable para la conservación de la biodiversidad. Es fundamental que los países con menor reconocimiento oficial de los territorios indígenas asuman metas concretas en relación a este objetivo.
- Se hace mención a la necesidad de abordar la sostenibilidad de las actividades que más han contribuido a la deforestación y degradación de la Amazonía como son la agricultura, ganadería, minería, extracción de hidrocarburos y desarrollo de infraestructura. Igualmente, se habla de la necesidad de planificación territorial en cada país y de la consulta previa, libre e informada para todo tipo de proyectos. Pero faltan abordajes más completos y metas concretas.
- Se asume “Fortalecer y ampliar la cooperación policial y de inteligencia para la prevención, represión e investigación de actividades ilegales, incluidos los delitos ambientales y las violaciones a los derechos de las personas defensoras de los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas y los derechos socioambientales”. Sin embargo, no se hace mención al Acuerdo de Escazú, aunque pocos países amazónicos lo han ratificado.
- Se toma el objetivo de institucionalizar el Observatorio Regional de la Amazonía (ORA) “como un instrumento permanente de monitoreo, consolidación de informaciones, datos y conocimiento, avalados por los Estados Parte”. Igualmente, se acuerda crear el Panel Técnico Científico Intergubernamental de la Amazonía para “la sistematización de la información y la elaboración de informes periódicos en temáticas priorizadas”. Fortalecer la investigación y contar con indicadores confiables es fundamental para medir el progreso y tomar decisiones basadas en la mejor evidencia disponible. Sin embargo, sería importante que estos datos provengan también de fuentes independientes y verificables, así como nuevamente se aprovechen estructuras ya existentes como el Panel Científico por la Amazonía o la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG).
Otra reflexión es que, aunque muchos miembros y expertos de UICN hemos tenido un rol activo en la Cumbre y de manera más amplia en muy diversos temas socioambientales de la Amazonía, en este espacio no nos articulamos como Unión; UICN no tuvo mayor presencia en estos encuentros. En el corto y mediano plazo, podemos plantearnos mecanismos efectivos para que UICN articule a sus miembros y expertos en implementar esta declaración y en contribuir a que los próximos acuerdos presidenciales para la Amazonía tengan más ambición e impacto tangible.
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Bibiana Sucre es biólogo con maestría en gerencia pública. Es Directora Ejecutiva de Provita, parte de la Junta Directiva de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG).
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