Blog | 26 Jul, 2022

Ser Guardaparque, más allá de la pasión y la valentía

Su trabajo es de 365 días al año, 7 días a la semana y 24 horas al día; en jornadas extenuantes y de largos trayectos en donde el sol, la lluvia, el viento, el mar, la nieve y los ríos pueden llegar a mostrarse alucinantes y adversos.

En 1992, la Federación Internacional de Guardaparques declaró el 31 de julio como el Día Mundial del Guardaparque, para reconocer la labor y el compromiso de quienes se dedican a proteger el patrimonio natural y cultural del planeta, así como rendir homenaje a quienes dieron su vida en el cumplimiento de su trabajo.

Ser guardaparque es una vocación que requiere una enorme pasión y valentía para hacer frente a diversos desafíos, pues se exponen a condiciones de aislamiento y con varias limitaciones. También enfrentan situaciones de alta complejidad como: la cacería ilegal de animales silvestres, la tala y extracción ilegal de madera, los incendios forestales, la siembra de cultivos ilícitos y la presencia de grupos irregulares, por mencionar algunos ejemplos.

En Colombia, estos “guardianes de la vida” se han visto enfrentados, históricamente, a amenazas y asesinatos. Son ellos quienes primero se encuentran con grupos armados y delincuenciales o actores privados que buscan extraer recursos de las áreas protegidas. Siendo en muchos casos, la única presencia gubernamental en el territorio.

Las y los guardaparques, dependiendo el país, disponen de diversos procesos de formación y capacitación. Por ejemplo, para ser guardaparque en Argentina se transita en primer lugar por instituciones de educación técnica superior específica que demandan cuatro años de formación general de base. Para posteriormente acceder como guardaparque nacional, los aspirantes deben aprobar pruebas físicas, teóricas y psicológicas; aquellos que aprueban, realizan un curso de formación específica de 1.920 horas.

Este proceso de formación demanda toda una vida de profesionalización y dedicación exclusiva que, muchas veces, los enfrenta a un dilema entre su vida profesional y su vida social / familiar.

Dado que las áreas protegidas son sitios de preservación y reserva de recursos naturales y culturales, las y los guardaparques realizan varias actividades. Entre ellas están:

  • Planificación.
  • Patrullaje y cumplimiento de la normativa.
  • Toma de muestras e investigación.
  • Inventario de especies de flora y fauna endémica e introducida.
  • Identificación de lugares sagrados (religiosos, culturales).
  • Atención a visitantes y turistas
  • Educación ambiental.
  • Relacionamiento con las comunidades locales.

Pero su labor no solo se queda ahí, las/los guardaparques también tienen un rol multi - oficio: son choferes, navegantes, paramédicos, rescatistas, educadores ambientales, mediadores comunitarios, monitores biológicos, traductores; y en ocasiones se encargan además de dar mantenimiento a la infraestructura del área, entonces también fungen como pintores, electricistas, plomeros, soldadores, etc.

Mujeres Guardaparques LatinoaméricaPhoto: @Ernesto Lagos

 

Una realidad compleja

En 2018, se elaboró el informe de Percepciones de Guardaparques en América Central con base a una encuesta implementada a 331 guardaparques de 101 áreas protegidas en 7 países de América Central. Entre los resultados más relevantes, el informe menciona que: 

  • Del total de la muestra, solo el 8% fueron mujeres; 
  • La mayoría son jóvenes (20 – 25 años) y laboran bajo contratos temporales.
  • En materia de riesgos laborales, el 77% ha enfrentado situaciones de riesgo para su vida. 
  • La mitad de la muestra consultada ve a su familia entre 5 y 10 días al mes. 
  • El 70% considera no tener el equipo adecuado para salvaguardar su salud y seguridad en el campo. 

Esta labor es muy poco recompensada; las limitantes presupuestarias dificultan su gestión, y sus salarios no están acordes con su responsabilidad ante la sociedad. Tampoco el equipamiento que reciben, ni la infraestructura es la más adecuada para garantizar un trabajo digno y de calidadDe acuerdo con el ex presidente de la Federación Internacional de Guardaparques (FIG) Sean Willmore, “hay un millón y medio de guardaparques en el mundo, y de ellos entre el 80 y el 90% están mal equipados”.

La situación es más compleja para las mujeres guardaparques. Las condiciones en que ellas ejercen su labor no han sido abordadas ni reconocidas de manera adecuada y, en consecuencia, sufren discriminación y violencia de género al enfrentar trato poco digno, diferencias salariales, infraestructura inadecuada, así como desigualdades notorias dentro de los procesos de contratación.

Como parte del Primer Encuentro de Mujeres Guardaparques de Latinoamérica desarrollado entre el 28 de septiembre y el 15 de noviembre de 2021 organizado por Chile, a través de la Corporación Nacional Forestal (CONAF) se llevó a cabo la Encuesta “Instrumento de diagnóstico de brechas y barreras de género en el rubro”.

De las 526 mujeres guardaparques encuestadas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela, sólo un 37,9% de ellas tiene contrato indefinido, por lo que hay mucha precarización e inestabilidad laboral, y un 46% señaló que ha estado expuesta a violencia de género o discriminación.

El Palmar, BoliviaPhoto: @Beatriz Martinez

 

Situación actual y perspectivas a futuro

Durante la pandemia, la mayoría de los países, decretaron el cese de las actividades turísticas y científicas en las áreas protegidas; sin embargo, las amenazas en las áreas protegidas no cesaron, al contrario se incrementaron. La falta de oportunidades laborales y la disminución de actividad económica ocasionaron que los actores locales caigan en una situación de supervivencia presionando los ecosistemas para cubrir sus necesidades con la comercialización ilegal de madera, la carne de monte como fuente de proteína, y la deforestación para el desarrollo de actividades agropecuarias no reguladas, actividades que no han disminuido hasta la fecha.

El personal de las áreas protegidas por su parte debió permanecer en sus puestos de trabajo para salvaguardar la integridad de estos espacios protegidos y para cumplir su misión tuvieron que cambiar sus rutinas, adaptarse a los recortes presupuestarios y en muchos casos a la reducción de personal como, por ejemplo, en Ecuador, Bolivia y Paraguay. 

Gisela Paredes, en el Memorial de Áreas Protegidas y Guardaparques resalta algunas medidas de contingencia que ahora en su día, deberían abordar con fuerza.

  • Campaña Mundial “Proteja un GUARDAPARQUE y salve el patrimonio natural”, en el reconocimiento, respeto y dignificación de esta profesión a través de redes de apoyo.
  • Desarrollo de programas de bienestar que contribuyan a mejorar las condiciones de vida y seguridad del personal encargado de administración de áreas protegidas. Esto incluye seguros de vida y atención sicológica.
  • Reconocer y apoyar la profesionalización de la labor del GUARDAPARQUE
  • Reconocer y apoyar los procesos de gestión de conflictos con las comunidades locales asentadas dentro de las áreas protegidas o en su zona de influencia.
  • Apoyo en la operativización de nuevos esquemas de control y vigilancia que contemplen en ciertos espacios la autorregulación social y nuevas opciones productivas para la gente.
  • Crear el Fondo de Apoyo para las familias de Guardaparques, viudas y huérfanos de la lucha por la conservación.

Y desde UICN queremos sumar dos propuestas más con el ánimo de promover soluciones que articulen los apoyos y respuestas desde los diferentes actores de la sociedad civil.

  • Apoyar la gestión de Áreas protegidas con programas de voluntariado nacional o internacional, y/o en articulación con las iniciativas universitarias de apoyo para la comunidad.
  • Generar apoyos específicos para las áreas protegidas y su personal enmarcados en los procesos de Responsabilidad Socio Ambiental Corporativa de empresas locales, nacionales o trasnacionales.

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