Artículo 20 Jul, 2023

Ninguna voz es demasiado pequeña»

La activista Vanessa Nakate habla con Tom Ireland acerca de su lucha por garantizar que las personas en la primera línea del cambio climático sean escuchadas en todo el mundo

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Vanessa Nakate es una activista ugandesa por la justicia climática. Su trabajo pone de relieve que el cambio climático no es solo una preocupación para el futuro, sino que ya está causando muerte y destrucción en su país natal y en comunidades de toda África.

Su activismo comenzó con una pequeña protesta en las calles de Kampala para llamar la atención sobre la emergencia climática y la destrucción de la selva tropical del Congo. Cuando su mensaje se extendió por Uganda y otros países, fundó el movimiento Rise Up para amplificar las voces de los activistas de toda África. Con solo 26 años, ha intervenido en la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático, ha sido nombrada Embajadora de Buena Voluntad de Unicef y ha escrito un libro sobre activismo, A Bigger Picture.

En 2020, Vanessa fue recortada de una importante foto periodística en la que aparecía junto a Greta Thunberg y otros activistas blancos por el clima, lo que la llevó a comentar que la agencia de noticias «borró a todo un continente» de su cobertura. Habla con frecuencia de la importancia de escuchar las voces africanas, especialmente las de los niños y las comunidades marginadas.

 

Me da cierta fuerza hablar de la crisis climática

¿Puede decirnos en qué está trabajando en este momento?

Trabajo en el proyecto Vash Green Schools, que inicié en 2019, para instalar paneles solares y cocinas limpias en escuelas de Uganda. Hasta ahora hemos realizado 39 instalaciones, que han beneficiado a unos 13 000 niños. Mañana empezamos otra fase de instalación en seis escuelas de Kayunga. Y estoy trabajando en varias campañas en línea con otros activistas.

¿Cuándo empezó a darse cuenta del impacto del cambio climático en el lugar donde creció en Kampala?

En 2018 había estado investigando algunos de los retos a los que se enfrentaban los habitantes de Uganda, y aprendí mucho sobre el cambio climático y cómo estaban afectando ya sus impactos. En algunas partes de Uganda, como en el este, se han producido desastrosas inundaciones y corrimientos de tierra relacionados con el cambio climático, que han causado destrucción y la pérdida de vidas de muchas personas. Estas catástrofes afectan a las necesidades básicas de la vida: alimentación, acceso al agua, acceso a instalaciones sanitarias y refugio.

Uganda también depende en gran medida de la agricultura. El cambio climático trae consigo patrones meteorológicos impredecibles para los agricultores de las zonas rurales. La inseguridad alimentaria empuja a más personas a la pobreza extrema, lo que lleva a los niños a abandonar la escuela. Descubrir esto me hizo decidir unirme al movimiento por el clima.

Para otros que quieran hacer oír su voz, cuéntenos su trayectoria desde aquella pequeña protesta hasta convertirse en un activista de alcance mundial.

Yo era una persona terriblemente tímida. Pero encontré la fuerza y el coraje para hacer una pancarta y plantarme en la calle en 2019. Mis hermanos y primos se unieron a mí. Me mantuve firme, y cada viernes volvía y seguía haciéndolo y haciéndolo. Se trata de hacer todo lo que esté en nuestras manos, dándonos cuenta de que ninguna voz es demasiado pequeña para marcar la diferencia, y ninguna acción es demasiado pequeña para transformar el mundo.

Es difícil expresar con palabras lo que ha sido estar delante de tanta gente. Cuando hablo de la realidad de la crisis climática y de lo que hay que hacer, siento cierta fuerza y confianza. No voy a decir que haya sido fácil, pero he ido ganando confianza con cada público al que me he dirigido.

¿Cuáles son algunas de las acciones que le gustaría ver para ayudar a mitigar los problemas causados por el calentamiento del clima en Uganda y en la región en general?

Las conclusiones del último informe del IPCC no fueron nada nuevo: nos decían que teníamos que reducir las emisiones, y hacerlo ya mismo. Cada fracción de grado importa a las personas que están en primera línea y que ya necesitan ayuda.

Necesitamos que los países más ricos, que son los principales responsables del aumento de las emisiones, se lo tomen más en serio. Deben detener los nuevos proyectos de combustibles fósiles e invertir en energías limpias, y deben ayudar al Sur global a hacer lo mismo.

En la COP27 vimos la creación de un fondo para pérdidas y daños, pero sigue siendo un cubo vacío. Necesitamos que los países pongan dinero en el fondo para ayudar a la gente que está sufriendo ahora mismo.

Háblenos un poco de la selva tropical del Congo y de su mensaje a los miembros de la UICN sobre su importancia.

Una vez me preguntaron en una reunión por qué el mundo se centra en el Amazonas y otras selvas tropicales, pero no en la selva del Congo. No sabía que es la segunda selva tropical más grande del mundo y la mayor de África. Además de las miles de especies animales y vegetales que alberga, más de 70 millones de personas dependen de la existencia de este bosque. Es posible que se pierda por completo en 2100. Aprender eso me impulsó a empezar a concienciar sobre la selva del Congo y por qué tenemos que hablar de ella.

¿Cómo se mantiene positiva y con energía para seguir haciendo lo que hace y luchar por el medio ambiente?

El activismo puede ser un reto, especialmente cuando no se ven las acciones que necesitamos y cuando las catástrofes siguen afectando a la vida de tantas personas. Pero no trabajas solo. Estás con millones de personas de todo el mundo que también creen en el mundo que tú imaginas. Formar parte de un movimiento, y ese sentido de la amistad, la comunidad y el trabajo conjunto, eso me da esperanza.

Hace poco pasé unos días en el condado de Turkana, en el norte de Kenia, conociendo a personas y comunidades que sufren allí la histórica sequía. Esas experiencias son duras, pero ver cómo el cambio climático amenaza el presente de la gente y su supervivencia me empuja a seguir.

Mucha gente sabe que soy una cristiana renacida. La fe es la certeza de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve. Mi fe me da la fuerza y la esperanza de saber que otro mundo no solo es necesario para todos nosotros, sino que es realmente posible.