Artículo | 09 Ago, 2023

Juventud indígena trabaja por el rescate de los saberes ancestrales como estrategia para la adaptación y la resiliencia climática en el altiplano guatemalteco

Por medio del rescate de conocimientos, sistemas y prácticas ancestrales, la juventud indígena del altiplano guatemalteco aporta al manejo sostenible y protección de los recursos naturales, fundamentales para enfrentar el desafío global del cambio climático.

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Dado que conservan la cobertura boscosa y la diversidad biológica de las tierras bajo su administración, los Pueblos Indígenas son considerados guardianes de los bosques. @UICN

Photo: @UICN

Ciudad de Guatemala, Guatemala, 09 de agosto, 2023 (UICN). Celebrado el 9 de agosto de cada año, el Día Internacional de los Pueblos Indígenas 2023 se enfoca en la juventud como agente de cambio hacia la autodeterminación, un rol de relevo estratégico para la resiliencia de los pueblos originarios.

En el marco de esta conmemoración, la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) destaca la importancia de armonizar los saberes ancestrales y el conocimiento técnico en las acciones de restauración y conservación de los recursos naturales.

A través de diversas iniciativas, como el Proyecto Altiplano Resiliente que se ejecuta desde 2020 en Guatemala, la UICN aplica el Diálogo de Saberes, una estrategia que respeta, mantiene y promueve las formas de vida de las comunidades indígenas, incorporando sus saberes ancestrales, de manera que este conocimiento prevalezca de generación en generación.

De acuerdo con la especialista en género e inclusión social de la UICN en Guatemala, Angélica de Lourdes Coy Chuluc:

Existe evidencia, derivada de un estudio de casos, del aporte de los saberes ancestrales para enfrentar el cambio climático, lo que indica que esto no depende solamente de los conocimientos técnicos, sino que también implica comprender los factores culturales para aumentar la resiliencia de las comunidades.

En el altiplano occidental de Guatemala, se han impulsado acciones para la promoción y revalorización del conocimiento y prácticas ancestrales, con la participación activa de la juventud indígena, para el manejo sostenible y protección de los recursos naturales.

En los planes de manejo de microcuencas se incluyen prácticas agrícolas como “el zanjeado en las siembras de milpa y la colocación de la caña de maíz de forma horizontal, como práctica para recuperar y mantener la humedad del suelo en época de sequía”, ejemplifica Coy.

Este tipo de conocimiento también se incorpora en la producción de boletines agroclimáticos, que son compartidos con las comunidades dedicadas a la agricultura, como herramienta para la toma de decisiones en sus sistemas productivos.

Los boletines agroclimáticos incluyen información sobre los bioindicadores, para interpretar el tiempo y el clima, que se complementa con los datos generados por medio de estaciones hidrometeorológicas.

Dada la efectividad demostrada de los sistemas de gobernanza de los Pueblos Indígenas para gestionar colectivamente sus recursos naturales, Coy destaca la necesidad de “involucrar a la juventud indígena como sucesores, para adoptar y mantener vigentes estos saberes de sus ancestros y ancestras”.

Las acciones de restauración, manejo y conservación, impulsadas por el Proyecto Altiplano Resiliente, se han realizado apegándose a los derechos individuales y colectivos de los Pueblos Indígenas, como el derecho a la Consulta y el Consentimiento Libre, Previo e Informado, el respeto al idioma y otras expresiones propias de su cultura, para promover la libre determinación y hacer efectivo el enfoque de conservación, basado derechos.

Desde 2020, Altiplano Resiliente busca reducir el impacto del cambio climático en el ciclo hidrológico de las cuencas del altiplano guatemalteco, para aumentar la resiliencia del ecosistema y las poblaciones locales.

El proyecto Altiplano Resiliente es implementado por el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN), el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), el Instituto Nacional de Bosques (INAB), y el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSIVUMEH), con la asistencia técnica y financiera de la UICN, en colaboración con la Fundación para la Conservación de los Recursos Naturales y Ambiente en Guatemala (FCG) y la Universidad Rafael Landívar, a través del Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología (IARNA) de la Vicerrectoría de Investigación y Proyección (URL-VRIP), gracias a fondos provenientes del GCF (Green Climate Fund) y la Agencia de Cooperación Internacional de Corea (KOICA).