Cualquiera que haya interactuado con el chatbot ChatGPT sabe que la inteligencia artificial (IA) se está desarrollando a una velocidad asombrosa. En solo unos meses, el programa ha pasado de ser un motor de búsqueda curiosamente parlanchín a una potente herramienta capaz de investigar, traducir, codificar, resolver problemas e incluso poner en marcha un negocio en línea por ti con solo unas sencillas indicaciones.
Ante la urgente necesidad de que la humanidad adopte medidas eficaces y asequibles para proteger el mundo natural, muchas organizaciones están recurriendo a la IA (y a tecnologías afines como el aprendizaje automático y profundo) para perfeccionar y avanzar en sus esfuerzos de conservación.
Inicialmente, la tecnología se ha utilizado para realizar un reconocimiento de patrones muy rápido, ayudando a identificar atisbos de especies raras ocultas en millones de imágenes u horas de vídeo, o ayudando a identificar señales tempranas de problemas medioambientales en vastas zonas. En China, las imágenes por satélite se han combinado con la tecnología de IA para detectar antes los incendios forestales y alertar automáticamente a la administración local, reduciendo los incendios graves a un tercio de lo que eran antes.
En Wisconsin (Estados Unidos) se han instalado sistemas de cámaras controlados por inteligencia artificial en parques eólicos para reconocer instantáneamente especies amenazadas de aves que vuelan hacia ellos y frenar las turbinas. Y el Parque Nacional Kafue (Zambia) ha instalado una línea de vigilancia de 19 km, equipada con cámaras de infrarrojos y dotada de tecnología inteligente capaz de identificar a los cazadores furtivos y alertar a los guardas locales.
CAPTAIN OF CONSERVATION
Las aplicaciones más avanzadas de la IA incluyen algoritmos que pueden entrenarse para modelar acciones de conservación a gran escala o sugerir áreas a las que dar prioridad. En la actualidad existen varias herramientas de IA, como Zonation, CAPTAIN y MARXAN, que pueden ayudar a los conservacionistas a identificar las regiones más necesitadas de protección de la biodiversidad o en las que las medidas podrían tener mayor impacto.
CAPTAIN (Conservation Area Prioritization Through Artificial Intelligence) introduce datos sobre biodiversidad, presupuestos de conservación, modelos de cambio climático y presiones humanas en una red neuronal (una serie de algoritmos que pretenden imitar el funcionamiento del cerebro humano). El programa cuantifica las compensaciones entre los costes y beneficios de la protección de zonas y la biodiversidad, explorando múltiples métricas de biodiversidad.
CAPTAIN es esencialmente un juego en un mundo artificial y simulado, cuyo objetivo es salvar de la extinción al mayor número posible de especies en diversos escenarios. Cada vez, el software aprende a situar mejor las zonas protegidas en su mundo simulado.
Plataformas potentes como Nature Metrics ayudan a las organizaciones a recopilar información de elementos como el ADN medioambiental para hacerse una idea de la composición de un ecosistema y de cómo está cambiando. La empresa Basecamp Research, respaldada por Silicon Valley, utiliza una amplia base de datos de secuencias de ADN de todo el mundo para intentar comprender qué hacen las proteínas del planeta que no se han estudiado. Esperan que esto ayude a los países a valorar la biodiversidad de sus biomas1.